74 Poemas tristes 

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Soledad.

Enviado por sere28  Seguir

Soledad, vieja amiga
Regreso a tus brazos
Como un bebé a los brazos de su madre
En busca de consuelo.

Vuelvo como un caminante en medio del desierto;
Buscando una fuente de agua para saciar su sed.

Sabes? No he estado bien
He tenido dudas que no se han resuelto
He lastimado corazones por culpa de mi aislamiento.
He decepcionado vidas por culpa de mis lamentos.

Tuve en mis manos al mas dulce de los seres
Era como un ángel encarnado,
Su belleza era única, su sonrisa inigualable
Su presencia era radiante y su corazón era bondadoso.

Pero no fui suficiente para ella
No cumpli sus expectativas
Solo apagué su brillo
Y le arrebate su sonrisa.

Sabes? No he cambiado mi pasado,
Sigo con los mismo temores
Sigo con las mismas heridas
Sigo con los mismos dolores
Sigo siendo un muerto en vida.

Por eso regrese a ti, amiga fiel
que me escuchas sin juzgar,
que sabes mis secretos,
que me cubres mientras tengo frío.
que me cosuelas cuando nadie más está.

Alguien por favor salveme!
Estoy sentado en el rincón implorando ayuda,
Grito con todas mis fuerzas!
Alguien me escucha?
Tengo miedo!
No quiero seguir en esta obscuridad.

Estoy... solo...
Alguien ayudeme...







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GRACIAS

Gracias, mujer; tú me quisiste un poco,
nunca soñé tener cuanto me diste,
siguiendo otra visión, estaba loco;
buscando otro placer, estaba triste...

En mi espejismo, nunca llegué a verte,
ni te sentí, ni te soñé siquiera;
pero así es el el amor, como la muerte,
que cuando va a llegar, nadie la espera.

Buscaba otra mujer, y del follaje
surgiste tú, integral en mi vacío.
Así vamos, sedientos, en un viaje,
y en pleno viaje nos detiene un río.

Toma un beso, otro beso, hasta con llanto
voy pagando el amor que te debía.
Gracias, mujer que me has querido tanto...
Pero no es esto lo que yo quería...

Autor del poema: Andrés Eloy Blanco

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Creia conocer el dolor

Enviado por nelodifer  Seguir

Creia saber lo que era el dolor hasta que te vi incapaz de caminar y de comer sin ayuda.
Creía saber lo que era el dolor hasta que te vi incapaz de seguir respirando.
Solo he conocido el verdadero dolor cuando me di cuenta que, por mucho que hiciese, no fue suficiente para salvarte.
Solo he conocido el verdadero dolor cuando te vi cerrar los ojos por última vez

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Sueños del ayer

Enviado por sere28  Seguir

Sueños del ayer, desvanecidos;
Como las huellas en la arena del mar,
Metas estancadas
Por enfermedades que no acabaran,
Promesas fallidas
De un alma luchando por continuar.

La parca me busca con anhelo
Para mi juicio final,
Llevándome con esmero
Al pozo de la mortandad
Corriendo con desespero
Hacia mi humanidad
Llenándome de miedo
Y de inmensa oscuridad.

Ya sin fuerzas trato de luchar
Hago lo que puedo para continuar
Pero lo que me queda es esperar
Una señal de vida que me permita
Llenar
Ese vacío que a mi alma agobia
Pero siempre me logra desesperar
Adelantando así mi momento final.

No se atrevan a sollozar
No hagan el mínimo esfuerzo
Por recordar
A este individuo que con dificultad
Llego a mejorar
Pero que dio todo por tratar de enmendar
Esos errores de su pasado
Que no lo dejaron avanzar…

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LIED

La mañana está de fiesta
porque me has besado tú
y al contacto de tu boca
todo el cielo se hace azul.

El arroyo está cantando
porque me has mirado tú
y en el sol de tu mirada
toda el agua se hace azul.

El pinar está de luto
porque me has dejado tú...
y la noche está llorando,
noche pálida y azul,

noche azul de fin de otoño
y de adiós de juventud,
noche en que murió la luna,
¡noche en que me has dejado tú!

Autor del poema: Jaime Torres Bodet

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ANDAS TRISTEZA Y SOLEDAD EL CANTO...

Enviado por hadi1992  Seguir

Andas tristeza y soledad,
El canto hizo sus maletas.
Negra voz del alma busca
llantos de tu calavera.

Es de la fresca mañana,
temblores de fría sombra,
ruina del gusto y el verso
nubarrones de zozobra

Una escultura del duelo,
Monumento del vacío.
El triunfo del desamparo,
Tu silencio decaído.

Camina con su abandono
Camino de melancolía,
Caminante de perdición,
La desamparada alegría

La lejanía y la soledad,
En su presencia cansada;
El ahogo y desaliento,
En su fragancia apagada

Desánimo, ausencia, vacío,
En su aliento, su quejido.
Apatía, abatimiento,
Sonidos de su latido

Cementerio de sus sueños
Derramada de tragedias,
Rebosante de vacíos,
Y ahogada bajo ausencias

Sordo páramo de gritos,
mudo su alejado canto,
Cantos de olvidado sueño,
Sueño en penas enterrado.

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Confesiones

Enviado por adrianny-gold  Seguir

Estoy aquí sola
con solo el espejo de compañía,
considerando me deshonra
por mis acciones de malicia.

Mi pecado es amarlo
y mi condena es el rechazo.
Codicie el árbol malo
y la confianza me han quitado.

La locura es quien escribe
pero decidió firmar con mi nombre.
Donde estoy solo hay gente que finge
y a sus espaldas corazones rotos.

Entre la guerra y la paz,
justo en el punto medio.
No se como terminara
si sigo desahogándome entre versos.

El dolor pronto menguara
y eso es lo que espero.
Mis huesos se quiebran por el mal
que inunda todo mi cuerpo.

Autor: Adrianny Garcia

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PUDE SENTIR SU MARCADA VEJEZ SU...

Enviado por 7521gsv  Seguir

Pude sentir su marcada vejez,
su paso lento y torpe, amarga mirada,
esfuerzo de sociego por calma,
sujetan la ira de la frustración.
Distante d la razón,
caminos ocultos por pasiones perdidas, se amontonan por doquier.
Esquinas del corazón se unen por el tiempo, acotando el espacio,
esperando el momento.

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POST-UMBRA

Con letras ya borradas por los años,
en un papel que el tiempo ha carcomido,
símbolo de pasados desengaños,
guardo una carta que selló el olvido.

La escribió una mujer joven y bella.
¿Descubriré su nombre? ¡no!, ¡no quiero!
pues siempre he sido, por mi buena estrella,
para todas las damas, caballero.

¿Qué ser alguna vez no esperó en vano
algo que si se frustra, mortifica?
Misterios que al papel lleva la mano,
el tiempo los descubre y los publica.

Aquellos que juzgáronme felice,
en amores, que halagan mi amor propio,
aprendan de memoria lo que dice
la triste historia que a la letra copio:

«Dicen que las mujeres sólo lloran
cuando quieren fingir hondos pesares;
los que tan falsa máxima atesoran,
muy torpes deben ser, o muy vulgares.

»Si cayera mi llanto hasta las hojas
donde temblando está la mano mía,
para poder decirte mis congojas
con lágrimas mi carta escribiría.

»Mas si el llanto es tan claro que no pinta,
y hay que usar de otra tinta más obscura,
la negra escogeré, porque es la tinta
donde más se refleja mi amargura.

»Aunque no soy para sonar esquiva,
sé que para soñar nací despierta.
Me he sentido morir y aún estoy viva;
tengo ansias de vivir y ya estoy muerta.

»Me acosan de dolor fieros vestigios,
¡qué amargas son las lágrimas primeras!
Pesan sobre mi vida veinte siglos,
y apenas cumplo veinte primaveras.

»En esta horrible lucha en que batallo,
aun cuando débil, tu consuelo imploro,
quiero decir que lloro y me lo callo,
y más risueña estoy cuanto más lloro.

»¿Por qué te conocí? Cuando temblando
de pasión, sólo entonces no mentida,
me llegaste a decir: "te estoy amando
con un amor que es vida de mi vida".

»¿Qué te respondí yo? Bajé la frente,
triste y convulsa te estreché la mano,
porque un amor que nace tan vehemente
es natural que muera muy temprano.

»Tus versos para mí conmovedores,
los juzgué flores puras y divinas,
olvidando, insensata, que las flores
todo lo pierden menos las espinas.

»Yo, que como mujer, soy vanidosa,
me vi feliz creyéndome adorada,
sin ver que la ilusión es una rosa,
que vive solamente una alborada.

»¡Cuántos de los crepúsculos que admiras
pasamos entre dulces vaguedades;
las verdades juzgándolas mentiras
las mentiras creyéndolas verdades!

»Me hablabas de tu amor, y absorta y loca,
me imaginaba estar dentro de un cielo,
y al contemplar mis ojos y mi boca,
tu misma sombra me causaba celo.

»Al verme embelesada, al escucharte,
clamaste, aprovechando mi embeleso:
"déjame arrodillar para adorarte";
y al verte de rodillas te di un beso.

»Te besé con arrojo, no se asombre
un alma escrupulosa y timorata;
la insensatez no es culpa. Besé a un hombre
porque toda pasión es insensata.

»Debo aquí confesar que un beso ardiente,
aunque robe la dicha y el sosiego,
es el placer más grande que se siente
cuando se tiene un corazón de fuego.

»Cuando toqué tus labios fue preciso
soñar que aquél placer se hiciera eterno.
Mujeres: es el beso un paraíso
por donde entramos muchas al infierno.

»Después de aquella vez, en otras muchas,
apasionado tú, yo enternecida,
quedaste vencedor en esas luchas
tan dulces en la aurora de la vida.

»¡Cuántas promesas, cuántos devaneos!
el grande amor con el desdén se paga:
Toda llama que avivan los deseos
pronto encuentra la nieve que la apaga.

»Te quisiera culpar y no me atrevo,
es, después de gozar, justo el hastío;
yo que soy un cadáver que me muevo,
del amor de mi madre desconfío.

»Me engañaste y no te hago ni un reproche,
era tu voluntad y fue mi anhelo;
reza, dice mi madre, en cada noche;
y tengo miedo de invocar al cielo.

»Pronto voy a morir; esa es mi suerte;
¿quién se opone a las leyes del destino?
Aunque es camino oscuro el de la muerte,
¿quién no llega a cruzar ese camino?

»En él te encontraré; todo derrumba
el tiempo, y tú caerás bajo su peso;
tengo que devolverte en ultratumba
todo el mal que me diste con un beso.

»Mostrar a Dios podremos nuestra historia
en aquella región quizá sombría.
¿Mañana he de vivir en tu memoria...?
Adiós... adiós... hasta el terrible día».

Leí estas líneas y en eterna ausencia
esa cita fatal vivo esperando...
Y sintiendo la noche en mi conciencia,
guardé la carta y me quedé llorando.

Autor del poema: Juan de Dios Peza

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BALADA DEL AUSENTE

Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.

Autor del poema: Juan Carlos Onetti

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