74 Poemas tristes 

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AQUELLA VEDETTE

Enviado por doblezeroo  Seguir

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La presencia de una rosa escondían tus pasos
y tus ojos, pasando como una flecha lenta entre la brisa,
manejaban la pasión nocturna de los zafiros rasgados
con que las gatas sensuales conquistan los tejados
mientras un sexo insufrible brilla en sus pupilas.

Cierras la función en el eco de tres palmas sordas sin falsetas
y recoges la llave de tu joyero oxidado
donde guardabas, junto a la jeringuilla,
las fantasías que ya no recuerdas de una joven estrella
que encerraste soñadora en tu cartel de la Gran Vía.

Querías ser vedette, de las que no tocan el cigarro,
pero lanzan corazones de humo que nadie puede recoger
al par que coleccionan suspiros entre barras con saliva
deambulando en camerinos de maquillaje y tabaco.

Querías ser vedette y te quedaste en heroína.

Pero una noche te marchaste con la esquina
como un baúl de la Revista destartalado
en el vagón humeante de un tren de mercancías
con un collar sin escote, un perfume sin aroma
un anillo sin compasión, un rostro sin caricias
una historia sin poemas, un retrato sin memoria,
un beso sin alma.

Alguien reconoció en la acera tu cuerpo disecado,
cuentan que aun desprendía el olor a primavera
de las fantasías de una niña adolescente.


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ESPEJO

Soy de plata y exacto. Sin prejuicios.
Y cuanto veo trago sin tardanza
tal y como es, intacto de amor u odio.
No soy cruel, solamente veraz:
ojo cuadrangular de un diosecillo.
En la pared opuesta paso el tiempo
meditando: rosa, moteada. Tanto ha que la miro
que es parte de mi corazón. Pero se mueve.
Rostros y oscuridad nos separan

sin cesar. Ahora soy un lago. Ciérnese
sobre mí una mujer, busca mi alcance.
Vuélvese a esos falaces, las luciérnagas
de la luna. Su espalda veo, fielmente
la reflejo. Ella me paga con lágrimas
y ademanes. Le importa. Ella va y viene.
Su rostro con la noche sustituye
las mañanas. Me ahogó niña y vieja

Autor del poema: Sylvia Plath

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NO ES EL AMOR QUIEN MUERE...

No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.

Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desaparecéis un día?

Sólo vive quien mira
Siempre ante sí los ojos de su aurora,
Sólo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena,
A lo lejos, los otros,
Los que ese amor perdieron,
Como un recuerdo en sueños,
Recorriendo las tumbas
Otro vacío estrechan.

Por allá van y gimen,
Muertos en pie, vidas tras de la piedra,
Golpeando la impotencia,
Arañando la sombra
Con inútil ternura.

No, no es el amor quien muere.

Autor del poema: Luis Cernuda

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AUSENCIA DE DIOS

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que dios se muere, se resbala,
saber que dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Autor del poema: Mario Benedetti

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PLAÇA DE BLASCO DE GARAY

Mi casa necesita una mujer
que llene de canciones sus paredes
y complete mi cama por la noche.

Un cuerpo que discurra en torno mío.
Una voz que responda si digo algo.

Yo no tengo el dinero de los otros;
no sé tampoco hablar como los otros,
ni tengo la apostura de los otros.

Por eso necesito una mujer
que oculte mi tristeza entre sus brazos.

Autor del poema: José María Fonollosa

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EL DIAMANTE

El pensamiento no puede triturarse.
La gran maza se abate en vano.
La verdad no se desmembra nunca;
Su armazón permanece.

Los dientes de entrelazados engranajes
Giran lentamente en la noche,
Pero la verdadera sustancia resiste
Al peso del martillo.

La presión no puede romper
Un centro tan congelado;
La herramienta no arranca ni una astilla;
El núcleo queda sellado.

Autor del poema: Theodore Roethke

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A MI HERMANO

Un día, si no fuera siempre huyendo,
me sentaré en tu tumba con agudo
dolor, ¡oh hermano de mi amor!, gimiendo
que tan joven hallaras fin tan crudo.

Sola hoy la Madre, lágrimas vertiendo,
habla de mí con tu cadáver mudo;
mas yo ambos brazos vanamente os tiendo
y de lejos mi dulce hogar saludo.

Siento tus mismos males torticeros,
y al puerto pido paz do te acogiste,
ya fatigado de estos mares fieros.

Es la última esperanza que me asiste;
¡siquiera mis huesos, píos extranjeros,
volved al pecho de la madre triste!

Autor del poema: Ugo Foscolo

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WATER STREET

El mundo nos resulta ajeno, inhóspito.
Debiera ser destruido por completo.
Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.

Y estrenar una vida diferente.

Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo
tampoco hallarán propio nuevos hombres..
También ellos querrán un mundo nuevo.

Mejor fuera destruirlo y no hacer otro.

Autor del poema: José María Fonollosa

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NO INTENTEMOS EL AMOR NUNCA

Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.

Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.

Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.

Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.

Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.

Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.

Autor del poema: Luis Cernuda

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LA VIDA SE ME VA...QUIÉN SABE A DÓNDE...

La vida se me va...Quién sabe a dónde
con la luz parte...Sigilosamente
de mí se aleja sin decir a dónde.

Lo mismo que un amigo
que me abandona sin decir palabra,
que me abandona en soledad conmigo.

Si le pregunto: ¿A dónde vas, a dónde?
se sonríe no más, plácidamente,
sin dejar de partir quién sabe a dónde.

Le grito con angustia:
Mírame aquí, viviente, vivo. ¿A dónde
quieres que te siga? -Y con risa mustia,
"Tú no eres yo" -doliente me responde.

Autor del poema: Pär Lagerkvist

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